jueves, 24 de marzo de 2011

El desastre como merienda.

Ensaimadas de caos, harina de día nublado, el cielo castiga la tierra, hoy es día de tormenta y llueve leche, una cascada blanca que agita y conmueven mis ojos. Y una gota blanca cae, el esperma resbalando por la autodestrucción, la masturbación: la escapada del mundo real para los cobardes que pidieron cita con la soledad, y el desgaste de imaginación, que pese a ello son felices (durante un suspiro) (eléctrica imbecilidad)

LLueve leche, que se mantenía suspendida en el cielo, reprimida por un vaso, y en su dictadura, la tiranía transparente, todo se ve, pero todo se calla, se esconde, escondes tu suicidio, al final mueres en silencio, si no dices nada, si no haces nada... Revolución, en busca de algo mejor, así el vaso estalló, llueven cristales y leche, llueve en blanco, llueven todos los deseos atrapados de un psicópata sexual, quien ve su utipía derramandose por el cielo, quien se delata saltando y señalando emocionado la lluvia que caerá sobre él, sobre su pene-sornalidad, la misma que le llevará a asfixiarse en su propio placer. LLuenven los terrores de una niña violada, escondida y agachada, cogida de sus rodillas, evitando recuerdos oscuros y brillantes, buscando cobijo lejos de las personas, y si consideramos cuanta mierda nos folla la mente, confieso y reconozco que he estado llorando bajo mi mesa, boca abajo, del revés, intentando hacer que la lluvia cobre valor para contradecir a la gravedad.

LLueve salvajemente para el cielo, quienes todos los ansiosos de sexo miran hacia arriba y habrá que tener en cuenta aquellos quienes miran hacia abajo, con capucha, con lágrimas transparentes y limpias, reacciono, las lágrimas es cosa de valientes, las lágrimas no tienen miedo de caer, y yo ya he visto demasiadas veces esta escena, en mi mente, en mi cabeza, donde llovía en blanco y negro.

Como cuando tenía medio cuerpo a la luz de un flexo y el otro medio escondido en oscuridad y los truenos de un CD mal grabado.

Como cuando pisaba el cielo y a la vez el infierno.

Todo en una bonita pesadilla hasta que desperté y tenía alas, una de plumaje blanco y celestial, y la otra de carne oscura y agrietada.

Me apetece volar [llegar alto, correr, arriesgarme, nadar en aire, flotar en besos, embotéllame y lánzame para poder vacilar al mar] y quemarme [llegar arriba para soltarme y caer, asegurar, ahogarme con tierra, excavar en un sexo vacío, escapar de una botella con miedo a las olas del mar]

Siento ser la bondad y el desastre, que quizá vayan unidos.

Me apetece soñar y besarte, que quizá sea lo mismo.

Me apetece volar y explotarte, que tal vez no sea distinto.

Como también me apetece parar el tiempo y el desastre y en esta pausa(-). Dejemos que guarde el secreto la lluvia blanca.

Comerte y volar.